Cooper Flagg, el último sueño americano y la nueva era en Duke
El nuevo prospect de los Blue Devils parte como favorito para ser el número 1 del Draft de 2025 por ser uno de los mayores talentos de la última década
Durante décadas, Estados Unidos ha sido el máximo exponente del baloncesto. Protagonista de momentos históricos, jugadas para el recuerdo y partidos que quedarán en la memoria. El miedo que sembraba el combinado americano a su paso en cada torneo internacional era directamente proporcional al talento en la cancha.
Una maquinaria perfecta, una fábrica infinita de talentos y un espejo donde mirarse. El país de barras y estrellas ha sido el ejemplo de trabajo, perseverancia y sueños que se cumplen. Con el mundo del baloncesto en sus manos, las tornas han cambiado en los últimos años.
El mundo se ha rebelado contra ellos. Las enseñanzas se han convertido en realidades y los alumnos superaron a los maestros. Desde hace varias temporadas, los internacionales dominan la NBA. Jokic, Doncic, Giannis y Embiid, entre otros, cogen el testigo de aquellos que les precedieron tiempo atrás.
Y, mirando al futuro (quizá también al presente), Victor Wembanyama ha llegado para sentarse en el trono. Francia ha diseñado la creación final, un resultado de laboratorio, el Hombre de Vitruvio en una cancha de baloncesto. Estados Unidos, con el orgullo en la mano, ha decidido contraatacar, creando su propio monstruo.
Cooper Flagg y el privilegio del talento
Nacido en Newport (Maine), un 21 de diciembre de 2006, Cooper Flagg es la nueva esperanza estadounidense. Con 16 años, es un talento sin igual, como pocos se han visto en esta década. La epidemia del ‘unicornio’ le ha encontrado, y empieza a tener síntomas.
Un jugador que, para su clase (Draft 2026), ya era el favorito para el número 1 y que, tras recalificarse a un año antes (2025), lo sigue siendo, no se ve todos los días. Siendo más especial que cualquiera del Draft de 2024, dejando en simples mortales a Matas Buzelis, Ron Holland, Alex Sarr, Justin Edwards, Isiah Collier y compañía, estamos ante la creación definitiva.
Un 2’03 capaz de hacer todo en la pista. Unas condiciones atléticas sensacionales, un IQ que no deja indiferente a nadie, una defensa que asusta y una facilidad para anotar tras bote y sin balón que asusta. Se han puesto las pilas en los laboratorios americanos. También quieren ser parte del futuro.
Omnipresente y líder en la pista
Desmenuzando su juego, lo que realiza Flagg en la pista es una delicia para analistas y espectadores. Absorbe todo lo que ocurre a nivel ofensivo y defensivo. El líder con el balón en sus manos y el ancla en canasta propia que da sentido a cada sistema. Es letal en transición, facilita a sus compañeros desde el poste, se crea sus propias canastas.
Como si años de estudio finalizasen en una creación de laboratorio, domina cada aspecto del juego. Sus brazos largos y privilegiado físico dejan atrás al defensor. Queda ver, por supuesto, si podrá trasladarlo a la NCAA. Pero recordemos que no es para esta temporada, sino para la siguiente.
En defensa puede aguantar del 1 al 5, robar balones con su gran envergadura, presionar con el paso lateral y, una de sus mayores virtudes, es un taponador élite. Bien posicionado, atento a lado débil, cierra su aro como nadie a su edad. El jugador perfecto para amoldar un proyecto sobre sus hombros.
Flagg anotó, asistió o creó en el 61% (según datos de la ESPN), de los puntos de su equipo en el EYBL, tradicional torneo de Nike que reúne a los mayores talentos del país cada año. Sin ser un jugador egoísta, el ataque es más fluido con el balón en sus manos. Facilita a sus compañeros, mueve a las esquinas, asiste desde el poste y es inteligente en transiciones.
Trasladándolo a la NBA (algo que no veremos hasta 2025), seguramente su posición sea de ala-pívot. Sigue creciendo y ganando físico cada verano, por lo que no conocemos aún su límite. Utiliza bien su cuerpo para crearse tiros, y tiene buena mecánica desde media y larga distancia.
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La forja de leyendas
Qué mejor unión que la de un diamante en bruto y un equipo capaz de sacar lo mejor de él. Cooper Flagg inaugura la nueva era en una de las mayores forjas de leyendas del panorama NCAA como es Duke. Dejando atrás la etapa Coach K y con Jon Scheyer en el horizonte del banquillo, qué mejor manera de inaugurar años gloriosos con el mayor talento estadounidense de los últimos años.
La renovación del nuevo técnico, el encargado de continuar en el tiempo la obra del legendario entrenador, indica confianza en lo que está por venir. Seis años más en una universidad tan exigente expresa ilusión. Duke, obligada a ganar cada año, vuelve a su idiosincrasia.
Flagg es el gran proyecto en Carolina del Norte desde Banchero. Vuelta al mayor talento NCAA de su generación tras apostar por un núcleo sólido, sin grandes nombres, formado por jugadores que regresan al programa (Proctor, Filipowski) y jóvenes interesantes (McCain).
El de 2006, que apartó UConn, actual campeón NCAA, por ser una leyenda más de la forja de grandes talentos, ya deleitó al mundo y, en concreto, a España, el pasado verano. Fue campeón con Estados Unidos en el Mundial U17 celebrado en nuestro país. Con 15 años, por supuesto. Siempre un paso adelante del resto.
Un nuevo gran talento que está por llegar. La esperanza de Estados Unidos. Frente al auge de superestrellas internacionales, los americanos han creado su último monstruo. Cooper Flagg llega a Duke para asaltar el panorama mundial.